Ponencia presentada en las IVº Jornadas Nacionales Abolicionistas sobre Prostitución y Trata de Mujeres y Niñas/os; Santa Rosa, La Pampa; 4 y 5 de octubre de 2013
Disponible en:
http://potenciatortillera.blogspot.com/2013/10/luciana-guerra.html
Disponible en:
http://potenciatortillera.blogspot.com/2013/10/luciana-guerra.html
Notas
lesbo-abolicionistas contra la reglamentada libertad de mercado sexual pro-sexo
Luciana Guerra
En el siguiente trabajo me
propongo analizar y poner en cuestión algunas de las certezas políticas,
filosóficas y estratégicas expresadas por las feministas y lesbianas feministas
prosexo a partir de las cuales, por un lado, promueven la reglamentación de lo
que denominan “trabajo sexual autónomo”, y por otro lado, inventan una ficción
fundacional de lo que voy a denominar “el eterno abolicionista” a partir de una
serie de desplazamientos y omisiones significativas.
Estas reflexiones las voy
a llevar a cabo desde un enfoque lesboabolicionista para visibilizar, por un
lado, que soy lesbiana, pero que a diferencia de las lesbianas pro-sexo, me
inscribo en una perspectiva abolicionista desde donde pienso y cuestiono la
prostitución en tanto institución paradigmática del sistema patriarcal-capitalista.
Por otro lado, para visibilizar la historia de luchas y solidaridades entre las
travestis, lesbianas y mujeres que formamos parte del movimiento abolicionista
argentino. Con estas autovisibilizaciones pretendo dar cuenta de que nuestras experiencias
de vida, nuestros activismos y nuestras acciones políticas no caben en el esquemático
estereotipo del “eterno abolicionista” imaginado por la corriente prosexo.
Por último, considero
fundamental destacar los silencios de las lesbianas feministas reglamentaristas
pro-sexo respecto de un agente central en la trama de las relaciones de poder prostibulario
como es el prostituyente-consumidor.
El texto a partir del cual
voy a centrar mi crítica es la reciente publicación titulada Una proclama de lesbianas feministas prosexo
a favor de las trabajadoras sexuales redactada por Valeria Flores y Noe Gall.
El debate sobre la
prostitución genera virulentos intercambios. Escribo este trabajo, con el deseo
de que podamos continuar este necesario y urgente debate respecto de la
prostitución, pero tratando de enfocarnos más en argumentar y fundamentar
nuestras posiciones promoviendo la reflexión colectiva que en el uso de la
violencia simbólica.
I
La
corriente prosexo y su ficción fundacional del “eterno abolicionista”
Como es sabido, existen
tres enfoques para el abordaje político, jurídico y filosófico de la
prostitución.
Por un lado, el
prohibicionismo, que penaliza sin distinción a todas las personas que forman
parte del mundo prostibulario. Tanto a los proxenetas rufianes y
clientes-prostituyentes, como a las personas en situación de prostitución.
Otro enfoque es el
Reglamentarista que promueve la regulación y/o normalización de la prostitución
a manos del Estado legitimando esta institución como un trabajo con el fin de
garantizar derechos laborales para las que se identifican como trabajadoras
sexuales como así también para quienes no lo consideran un trabajo sino una
violencia y se identifican como mujeres y travestis en situación de prostitución
debido a la falta de igualdad de oportunidades en el mundo del trabajo.
El tercer enfoque es el
abolicionista que entiende a la prostitución como una institución donde se
articula el sistema patriarcal y capitalista en la cual los cuerpos de travestis,
mujeres y trans son considerados mercancías sexuales por las redes patriarcales
y mafiosas que perpetúan su posición de poder económico y político en base a la
explotación sexual ajena. Por tanto, el abolicionismo en disidencia con las
posturas reglamentaristas y prohibicionistas, considera que es urgente y
simultánea tanto la lucha contra la represión ejercida en nuestro país de forma
sistemática hacia las personas en situación de prostitución, como la lucha
contra toda forma de promoción, facilitación y explotación de la prostitución
ajena, ya sea por parte de los Estados, de fiolos, proxenetas, organizaciones
mafiosas, medios de prensa u otras formas de publicidad.
Luego de esta esquemática
aproximación a los tres enfoques, quisiera visibilizar los desplazamientos y
omisiones que lxs activistxs pro-sexo vienen realizando para producir, desde su
postura anti-abolicionista, una monolítica construcción ficcional cristalizada
en el “eterno abolicionista” que conduce a confundir intencionadamente nuestras posturas con la postura
prohibicionista.
Hace tiempo Simone de
Beauvoir analizó críticamente en su ensayo El
Segundo Sexo el denominado “eterno femenino” para dar cuenta de que esa
supuesta esencia o naturaleza femenina que nos confinaba a la cocina o al
prostíbulo no era más que una construcción patriarcal, histórica, cultural que
producía a la mujer en tanto que Otra. El “eterno femenino” era la ficción
fundacional de un estereotipo que definía a la mujer no como un ser autónomo y
libre sino como un ser relativo a los varones. Así ese nosotras era encorsetado
en las monolíticas y violentas proyecciones de la mirada patriarcal
colonizadora del cuerpo, la vida y la sexualidad de las mujeres.
Ahora bien, lo que en esta
oportunidad quiero fundamentar, es que el eterno-abolicionista” ficcionado por
la corriente pro-sexo también es una construcción que termina por invisibilizar
nuestras voces, nuestras luchas, nuestras identidades y nuestros deseos
sexuales. Considero que la mejor manera de hacer estallar los
estereotipos-jaulas es expresándonos en primera persona, y eso es lo que voy a
hacer en diálogo crítico con lo que se dice de nosotras…
En la proclama antes mencionada,
leemos lo siguiente:
En la Argentina del matrimonio igualitario y la ley de
identidad de género, hoy se está librando una batalla silenciosa pública y
moral altamente efectiva contra las trabajadoras sexuales, que tiene como
palanca bélica a las políticas implementadas en la lucha contra la trata y la
explotación sexual. Una palanca que se acciona desde una serie de presupuestos
del feminismo abolicionista que termina contraponiendo los derechos de las
trabajadoras sexuales a los derechos de las víctimas de trata. La trata
requiere que se la persiga, el trabajo sexual requiere que se lo reconozca, dos
políticas diferentes aunque articuladas, porque sacar de la clandestinidad el
trabajo sexual es una forma de luchar contra la esclavitud sexual y la trata de
personas.
Por empezar, podemos
detenernos en la afirmación de la cita respecto de que “el Estado está librando
una batalla contra las trabajadoras sexuales.” Me parece que aquí, las
compañeras no visibilizan que no sólo es contra las trabajadoras sexuales, sino
también contra las mujeres trans y travestis en situación de prostitución que
no se identifican como trabajadorxs. Al mismo tiempo, señalan que esa palanca
bélica se acciona desde los presupuestos del abolicionismo que contrapone los
derechos de las trabajadoras sexuales a los de las víctimas de trata.
Aquí aparece el primer
desplazamiento ya que esta criminalización y violencia institucional que el
Estado ejerce contra las personas en situación de prostitución, se identifiquen
éstas como trabajadoras o no, no se basa en presupuestos abolicionistas, se
basa en presupuestos prohibicionistas cristalizados en los fascistas códigos
contravencionales.
Las abolicionistas
luchamos contra la represión a las personas en situación de prostitución y
contra estos códigos claramente prohibicionistas. Como sucedió en La Plata,
hace muy poco, cuando la policía transfóbica se llevó presas a 16 travestis en
situación de prostitución en la Argentina de la ley de identidad de género.
Nosotras, lesbianas, travestis y trans abolicionistas, nos movilizamos hacia
tribunales el 2 de septiembre para pedir por la libertad de las compañeras y
para repudiar la criminalización de las identidades trans.
Otro punto de este
fragmento que quisiera cuestionar es la certeza estratégica de que sacar de la
clandestinidad el trabajo sexual es una forma de luchar contra la trata.
Si sacar de la
clandestinidad significa despenalizar, terminar con la criminalización de las
personas en situación de prostitución, podemos caminar juntas en esa lucha.
Pero si sacar de la clandestinidad significa reglamentar la prostitución, se
termina por legitimar los derechos patriarcales que la masculinidad hegemónica
supo imponer con violencia y exclusión. Al mismo tiempo, reglamentar no es otra
cosa que estatizar el proxenetismo, por lo cual lo que saldría de la
clandestinidad es el carácter Proxeneta del Estado Argentino. A mi modo de ver,
en el marco del sistema de explotación capitalista, reglamentar la prostitución
significa garantizar derechos patronales para los proxenetas y derechos
sexistas para los prostituyentes.
Yo, como mujer viviendo en
un sistema prostituyente, puedo desaparecer en democracia como cualquier otra
mujer. Porque como sabiamente dice Sonia Sánchez, todas tenemos cara de puta. Por
eso la lucha contra la prostitución y la trata me atraviesa directamente. Pero
en disidencia con la estrategia reglamentarista, considero que la mejor manera
de luchar contra la trata es poner en cuestión a la institución de la
prostitución, poner en cuestión a los consumidores-prostituyentes, poner en
cuestión la feminización de la pobreza, la división sexual del trabajo y
también los enormes financiamientos que recibe la RedTraSex cuya secretaria
ejecutiva es Elena Reynaga, quien es al mismo tiempo secretaria general de
AMMAR-CTA. Es decir, poner en cuestión la lluvia de dólares reglamentaristas
que caen en la Argentina y Latinoamérica.
Otro punto a señalar de
esta cita, es en relación a la afirmación de que el decreto presidencial que
prohíbe la oferta de avisos sexuales borra a las trabajadoras sexuales de los
medios de comunicación lo que implica una política de invisibilización. Es
curioso, que las lesbianas feministas prosexo omitan, que en el rubro 56 los
proxenetas y tratantes publicaban y promocionaban la explotación de la
prostitución ajena y la esclavitud sexual. Esta omisión es significativa, ya
que al defender el rubro 56, defienden también, muy a su pesar, los intereses económicos
y patriarcales de proxenetas y tratantes.
Luego
de estas afirmaciones, La Proclama
continúa de la siguiente manera:
Este
feminismo que sólo ve violencia en el sexo pago, víctimas o alienadas en
quienes afirman ser trabajadoras sexuales, y sólo mujeres en el campo del
trabajo sexual, cuando hay también varones, travestis y trans, termina siendo
un feminismo antisexo, antiputa, victimista y mujerista.
Aquí aparecen muchas de las
ficciones a partir de las cuales van construyendo el “eterno abolicionista”. Por
empezar, dicen que sólo vemos mujeres en el campo del trabajo sexual. Podríamos
señalar que quienes sólo ven mujeres en el campo del trabajo sexual son las
sindicalistas de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina. En su mismo
nombre se deja bien en claro que el trabajo sexual del que hablan es el de las
mujeres. Así que esa crítica habría que dirigírsela a AMMAR-CTA.
Nosotras, las abolicionistas,
por el contrario, somos travestis, lesbianas y mujeres hermanadas contra un
sistema prostituyente que ha violentado y violenta nuestra corporalidad sexuada
de múltiples formas. ¿Por qué la proclama invisibiliza a las compañeras
travestis Lohana Berkins y Diana Sacayán enormes luchadoras abolicionistas? Por
otro lado, ¿Realmente consideran que una compañera tan maravillosa y luchadora
incansable como Sonia Sánchez es antiputa? ¿Por qué la proclama invisibiliza a
las compañeras de AMADH (Asociación de Mujeres Argentinas por los Derechos
Humanos) activistas incansables de la campaña abolicionista?
En esta heterodesignación
de la mirada prosexo respecto de que las abolicionistas somos antiputas
quisiera detenerme. Porque este planteo aparece también en otro texto de
Morganita que circuló por las redes sociales titulado Algunas notas de una feminista pro-sexo y no-abolicionista que
comienza de la siguiente manera “NINGUNA
mujer nace para PUTA” NINGUNA PUTA. Ese es el subtexto de tan tajante afirmación.
Resulta muy significativo, que la compañera pro-sexo, utilice el título del
libro que Sonia Sánchez y María Galindo escribieron desde un enfoque
profundamente crítico de la prostitución. Un libro que da cuenta de la
solidaridad entre putas y lesbianas abolicionistas.
Quiero citar el modo en que
Sonia se presenta en el libro para poner de manifiesto el mecanismo de
invisibilización que plasma la feminista pro-sexo que escribió este texto,
sobre una mujer como Sonia que piensa partiendo de su propia experiencia que la
prostitución es un campo de concentración a cielo abierto. Sonia escribe:
Este libro es para mí una forma muy concreta de tener
voz propia y no permitir que nunca más me la arrebaten bajo ningún pretexto.
Las putas hemos puesto el cuerpo siempre para sobrevivir y luchar, pero nunca
la palabra. La palabra puta ha estado para uso propio de otra gente, no
nuestra. Yo la recojo no para definirme, sino para interpelarme a mí misma y
para interpelar a otros y otras, a la sociedad y al Estado, y poner este espejo
desde donde nos podemos mirar por fuera del sistema de control que nos mantiene
allí. Las putas no tenemos marido, novios clientes ni amantes, tenemos fiolos
proxenetas explotadores y chulos. Las putas no somos iguales, ni somos pares, esos
términos son maquillajes y nosotras lo sabemos. Por eso te invito a desobedecer
desde la esquina, desde la calle, porque es el único escenario de la vida que
nos han dejado para sobrevivir.
No sólo la autora pro-sexo
omite, invisibiliza y niega lo que Sonia Sánchez expresa con el título de su
libro, sino que su voz, sus palabras, son apropiadas por la autora pro-sexo del
texto para darles un nuevo sentido que se ajuste a los prejuicios a partir de
los cuales colabora en el armado del “eterno abolicionista”. De este modo,
podríamos decir que la autora pro-sexo, con sus omisiones, termina cayendo en
una postura anti-puta-abolicionista. Pero la verdad, es que considero que los
auténticos antiputas son los fiolos, los prostituyentes, la policía, los curas…
Lamentablemente el accionar antiputa, misógino y transfóbico de estos actores
patriarcales son nuevamente desplazados hacia la esencia que configura el
“eterno abolicionista”.
Volviendo a la proclama, cabe
señalar que, a pesar de que exige que sean escuchadas las voces de las
trabajadoras sexuales, lamentablemente niega las voces de las travestis y
mujeres que han estado o están en situación de prostitución y forman parte del
movimiento abolicionista argentino. En este sentido, considero oportunas las
palabras de Lohana Berkins expresadas en el 5to aniversario de la campaña
abolicionista donde señaló que
Las
marcas que deja la prostitución en nuestro cuerpo son de por vida. Porque no es
como dicen algunas que es lo mismo ir a limpiar un baño. La mierda del baño no
nos atraviesa, en cambio lo que nosotras vivimos en la calle sí nos atraviesa. El ministerio de salud gasta millones en enseñarles a
las mujeres que se cuiden, por qué no les enseñan a los hombres que no consuman
prostitución? (Berkins: 2012)
O las palabras de Diana Sacayán quien
escribió en su facebook:
Mi historia prostibularia me hace entrar en crisis depresivas
tremendas: Quienes creen que esto, es solo un detalle, en la discusión sobre la
reglamentacion de la prostitucion .... Dejan de considerarce mis amig*s, mis
compañer*s y colegas[1]
Y efectivamente, en la proclama, muy al pasar
y ligeramente se refieren a las personas que no quieren permanecer en la
prostitución en los términos de “las personas que lo viven mal”. Ese ligero “lo viven mal” muy poco refleja
las voces de las compañeras que dicen que la prostitución es un campo de
concentración a cielo abierto.
Por otro lado, la proclama,
considera que cuestionar las raíces heterosexistas y homopatriarcales propias
de la prostitución es ser antisexo. Antes el patriarcado decía que las mujeres se
hacían feministas porque eran unas “mal cogidas”. Como bien a señalado la
compañera feminista Delia Añon Suárez, hay una continuidad de estos planteos
con la construcción prosexo de que las feministas nos hacemos abolicionistas
porque somos “puritanas” y “antisexo” ya que consideramos “el sexo pago” como
una forma de violencia sexual.
Desde este enfoque tenemos
entonces que se califica de prosexo a quién reivindica y legitima el sexo pago,
es decir, la prostitución. Por el contrario, se califica de antisexo a quién cuestiona
la masculinidad hegemónica y sus sistemáticos rituales de poder patriarcal que
se afianzan en el “sexo pago” en base a la histórica desigualdad económica
entre varones y mujeres, varones y travestis.
El mecanismo del enfoque
prosexo se basa en desplazar la noción de “sexo” a la de “sexo pago”, es decir,
el sexo de la prostitución. No entender la libertad de empresa sexual, o la
libertad de mercado sexual como una forma de libertad sexual no me parece que
tenga que ver con ser antisexo sino más bien con ser anti-capitalista y
anti-prostitución. Por eso sería más ajustado hablar en todo caso de
pro-prostitución reglamentarista y anti-prostitución abolicionista.
Pero es justamente en este
punto, en la reivindicación y legitimación del “sexo pago” donde se pone en
evidencia la importante diferencia de nuestras posturas. Porque legitimar y
normalizar el sexo pago es legitimar y reivindicar a los prostituyentes-consumidores.
Aquí, muy a su pesar, las lesbianas feministas prosexo terminan alineadas con
personajes nefastos como Ruben “La Burra” Contreras, el funcionario Kirchnerista
de Santa Cruz que también comparte la postura reglamentarista. Un prostituyente
que se animo a “salir del armario” y sostener con total liviandad que es “fundamental
para la vida normal de un hombre la necesidad de la distracción, de estar con
una mujer” advirtiendo a la población de la inevitable ola de violaciones que tendría
lugar en caso de que se cierren los prostíbulo. Por todas estas razones
patriarcales, Contreras, se pronunció a favor de la reglamentación de la
prostitución.
Este terrorismo heterosexista de Contreras,
pone de manifiesto, que la prostitución de mujeres sigue siendo una forma
paradigmática de imposición de la Heterosexualidad Obligatoria donde el derecho
masculino de uso y abuso del cuerpo de las mujeres no admite un no por
respuesta. La prostitución de mujeres sigue siendo una escuela de
heteronormatividad y de reproducción de masculinidades prostituyentes. Aunque
quizá, en los tiempos integracionistas de la ley de matrimonio igualitario, se
esté intentando ampliar el mercado y los privilegios antes exclusivos de los
varones, de convertir a las mujeres o a travestis gays y trans en servidorxs
sexuales se expandan hacia nuevos sujetos. ¿Será que la legitimación del “sexo
pago” presentado como una gesto transgresor tiene también que ver con ampliar
el ejercicio del poder prostituyente hacia otras identidades de género de clase
acomodada que también quieren ocupar el rol de dominadores sexuales? Estaría
bueno entonces que lxs prostituyentes “salgan del armario”, no solo los machos
hetero tradicionales al estilo La Burra Contreras, sino los nuevos
prostituyentes que roen la exclusividad de los privilegios sexuales de la
masculinidad hegemónica porque también quieren formar parte de la casta
prostituyente. Lo llamativo es que este placer de dominación, esta violencia de
reclamar servidoras sexuales, aparece, a los ojos de la corriente pro-sexo, como
un gesto transgresor, que escapa a la heteronormatividad, por no ser
reproductivo.
Yo me pregunto: cuando una trabajadora sexual
o una mujer en situación de prostitución queda embarazada a raíz del coito-pago
¿Está escapando de la heternormatividad? ¿O será que bajo un Estado reglamentarista
la ART pagará los abortos clandestinos? ¿la violencia de un embarazo no deseado
en el marco de la prostitución de mujeres no sería entonces una violencia
heteronormativa sino un “accidente de trabajo”? ¿Las relaciones sexuales no
deseadas no son violencias sexuales sino trabajo?
La perspectiva prosexo
defiende los derechos del consumidor sexual a quien nosotras llamamos
prostituyentes y esta, como dije anteriormente, es una diferencia clave entre
nuestras posturas.
¿Será que los prostituyentes tienen que
formar parte de la comunidad LGTBI y tendremos que sumar la letra P de prostituyentesexual?
¿O será que los prostituyentes ahora son feministas que luchan por la libertad
de mercado sexual de las mujeres? Porque pobres los Contreras, las
“puritanoabolicionistas” no nos damos cuenta de que son transgresores al
practicar sexo pago no reproductivo y los “denunciamos” injustamente al no
percibir que están luchando, con su sexualidad prostituyente, contra la
heteronormatividad. Obviamente que me identifico ideológicamente con la
expresión “El hombre nuevo no va de putas” y considero, por el contrario,
completamente sexista la figura paradójica de un “prostituyentes
antiheteronormativo”.
Hay un libro muy
interesante de Beatriz Gimeno, una activista lesbiana feminista española
titulado La Prostitución donde
escribe lo siguiente:
El
empeño de situar fuera de la norma sexual lo que la propia norma ha creado para
mantenerse a sí misma, y así hacer pasar una institución de control y represión
como feminista y progresista, hace sostener a algunas feministas
proprostitución que no sólo es la prostituta la que está en los márgenes sino
que también el cliente se arriesga con su sexualidad fuera de la norma. De
nuevo, la actuación de la ideología sexual masculina más hegemónica y
patriarcal se transforma y se presenta como antihegemónica. Las empresas
regalan a sus empleados más productivos noches de burdeles de lujo, Berlusconi
ofrece a sus invitados políticos prostitutas de alto nivel, los burdeles
proliferan en las carreteras para los menos pudientes (…) ya no hay congreso
internacional con cupo masculino, ni espectáculo deportivo de masas, que no
tenga en cuenta la prostitución como ocio, todo el negocio alrededor del sexo
pago es una de las primeras industrias mundiales… ¿y esto es ser antinormativo?
¿esto es ser transgresor? ¿Cómo va a atentar la prostitución contra el sistema
que la crea, la mantiene y que ella misma refuerza permanentemente? (Gimeno: 2012; p.201)
Un último punto que
quisiera señalar de la proclama, es que las compañeras nos invitan a que
luchemos por la erradicación del matrimonio como institución homo y hetero
patriarcal que regula la sexualidad. Nuevamente se invisibiliza la lucha que
las feministas hemos dado contra la institución del matrimonio en tanto
institución que nace, al igual que la prostitución, de la mano del sistema
patriarcal para institucionalizar la expropiación del cuerpo, la vida, la
sexualidad y la fuerza de trabajo de las mujeres tanto en el espacio público
como en el privado. Lo cual me lleva a la necesidad de visibilizar al menos, a
Julieta Lanteri, feminista abolicionista.
En el año 1932, en plena década infame,
tiempos en los que las organizaciones que conformaron la primera ola feminista
argentina tuvieron que pasar a la clandestinidad por el golpe de Uriburu (1930),
tuvo lugar un impuesto a los solteros para obligarlos a casarse. Ante este
atropello a la libertad de las mujeres, Julieta se pronunció de la siguiente
manera:
“Estoy en contra del matrimonio, si lo que quieren es multiplicar
la especie para eso no es necesario unirse a un hombre durante toda la vida. El
matrimonio suele ser una monotonía, con frecuencia un aburrimiento grave.
Libertad, Libertad, Libertad!! En la variedad está el gusto”
A los días de haber
desafiado públicamente al Gobierno de Agustín P. Justo y su impuesto a los
solteros, Julieta es atropellada por un vehículo manejado por un simpatizante
de la ultraderechista liga patriótica. A causa de este dudoso acontecimiento
nunca esclarecido, la fundadora de la corriente abolicionista argentina muere
el 25 de febrero de 1932.
Conclusiones: Abolicionistas travestis, mujeres y
lesbianas juntas revueltas y hermanadas.
Luego de este recorrido,
tenemos que el Estado Proxeneta, la policía, los prostituyentes, los cristianos
moralistas, los fiolos y los tratantes son los verdaderos habitantes de la
película “eterno abolicionista”. Pero todos estos agentes del sistema
prostituyente, es decir, los que se enriquecen y gozan a costa de la
explotación sexual de mujeres y travestis, no son abolicionistas, son los
ideólogos del prohibicionismo y también, como pudimos ver en el caso de La
Burra Contreras, promotores del reglamentarismo.
Nosotras, las
abolicionistas, no habitamos ese prohibicionismo devenido “eterno abolicionista”,
habitamos un movimiento donde travestis, mujeres, lesbianas y bisexuales nos
hermanamos para luchar contra un sistema prostituyente que, como dije
anteriormente, ha violentado y violenta nuestros cuerpos sexuados de múltiples
formas. Estas solidaridades entre nosotras no entran en la sesgada mirada
prosexo…
A pesar de estas
invisibilizaciones, hay una realidad en movimiento, la realidad de las travas, las
tortas y las mujeres abolicionistas organizadas en esta lucha contra la
prostitución porque para nosotras la prostitución significa violencia, la
prostitución significa desigualdad… La estrategia de la metafísica del lenguaje
que nos propone “si no puedes romper tus cadenas resignifícalas y gózalas” no
nos cierra… Nos convence mucho más luchar por un orgasmo libre, colectivo,
popular y gratuito como dice ese lindo cántico, que por una reglamentada,
normalizada y estatizada libertad de empresa sexual.
Para terminar, quiero
compartir las palabras de la compañera Diana Sacayán que expresan una historia
de luchas abolicionistas en la cual me inscribo con orgullo:
Como se les cae la careta a algun*s: Sigan promoviendo la
explotación y violencia de niñas travestis que pateadas de todas partes, no
tienen otra opción que vivir de la prostitución. Sigan defendiendo el maltrato,
el abuso y violación sistemática de niñas travestis que terminan/ terminaran
muriendo a los 32 años producto del ultraje y las vejaciones que viven, de lo
que ustedes pretenden llamar trabajo. Háganlo desde
su comodidad intelectual y desde sus intereses mezquinos. Ustedes volverán a la
comodidad de sus escritorios, a su sapiencia, y con los grandes financiamientos
que son aportados a esta campaña para legalizar estas violaciones sistemáticas
de Derechos y tomarlas como un trabajo, nosotras daremos la más desigual, pero
DIGNA de las luchas. Y nuevamente, como siempre lo supieron hacer, nos
traicionaran de la mejor manera. Nos trataran de moralistas, nos acusaran de
Prohibicionistas y se animaran incluso a desconocer la histórica lucha que las
travestis supimos iniciar contra los códigos contravencionales- Lucha que
incluso nos costó la cárcel a muchas, incluyéndome – y de inmediato añadirán
que no respetamos el derecho a decidir, borrando por completo la bandera enorme
que al respecto enarbolamos y de la que aprendíamos orgullosamente de nuestra
aliadas feministas y del Movimiento de Mujeres. Reflexionen por favor un
segundo.... Nunca más a costa de nuestra sangre, nunca más a costa de nuestro
sufrimiento. ¡NUNCA MAS![2]
[1] https://www.facebook.com/amancaylafe/posts/10202079102597538
1 de octubre de 2013
[2] https://www.facebook.com/amancaylafe/posts/10201971952438851
1 de octubre de 2013
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