viernes, 3 de enero de 2020

Notas de una feminista tortillera “chauvinista” sobre la relación entre el feminismo y el lesbofeminismo (2012)


Ponencia presentada en las 30ª Jornada Feminista de Mujeres sobre: 30 años de Feminismo en Argentina; 14 de mayo de 2012; Buenos Aires, Argentina


Notas de una feminista tortillera “chauvinista” sobre la relación entre el feminismo y el lesbofeminismo

Luciana Analía Guerra
  
Las compañeras de ATEM me invitaron para compartir algunas reflexiones sobre la relación del feminismo y del movimiento lésbico feminista desde el 2001 hasta ahora.
Pero antes quisiera irme un poco más atrás en el tiempo para señalar el enorme valor de los aportes que surgen de la mano del feminismo lésbico, una corriente que nace como una voz crítica que interpela y cuestiona aspectos relacionados a la sexualidad que el feminismo venía pasando por alto. Pero desde ya, siempre teniendo en cuenta que fue el movimiento feminista el que politizó el abordaje de la sexualidad,  que visibilizó el poder de los varones sobre las mujeres en las relaciones sexuales, que cuestionó la doble moral patriarcal, que desde distintas corrientes lucharon por el amor libre y denunciaron al matrimonio como una institución que niega al amor libre.
Por ejemplo Emma Goldman que decía:

El amor, el más fuerte y profundo elemento en toda vida, el precursor de la esperanza, de la alegría, del éxtasis; el amor, el más libre, el más poderoso forjador del destino humano ¿Cómo es posible que esa irresistible fuerza pueda ser sinónimo de matrimonio, esa pobre y mezquina mala hierba concebida por el Estado y la Iglesia?[1]

También Alejandra Kollontai señalaba que:

 Ha llegado el momento de reconocer abiertamente que el amor no es solamente un poderoso factor de la Naturaleza, que no es únicamente una fuerza biológica, sino también un factor social.(…) Hasta la burguesía, que reconoce algunas veces que el amor es “un asunto de orden privado”, sabe en realidad cómo encadenar el amor a sus normas morales para que sirva al logro y afirmación de sus intereses de clase.[2] 

A su vez, Julieta Lanteri que se pronunciaba con estas palabras: Estoy en contra del matrimonio. Si lo que quieren es multiplicar la especie, para eso, no es necesario unirse a un hombre durante toda la vida. Libertad, libertad, libertad!! En la variedad está el gusto[3].
Como así mismo las compañeras anarquistas del periódico La voz de la mujer que pregonaban y arengaban contra las cadenas del matrimonio y a favor del amor libre.
Ya en la segunda ola con los grupos de concienciación se plantea la sexualidad para las mujeres, desde la experiencia de las mujeres. En 1971 Carla Lonzi y sus compañeras de la Rivolta Femminile en el texto “Sexualidad femenina y aborto”  se expresan contra el modelo coitocéntrico y reproductivo de la sexualidad masculina y su cultura del pene, a partir de la cual el varón patriarcal impone su placer negando la autonomía sexual y el derecho al placer de las mujeres. Como ellas mismas escriben:

Así se reafirma el prestigio de una cultura sexual que deja encinta a las mujeres negándoles todo derecho a expresarse sexualmente, y poniendo, por el contrario, el énfasis en su capacidad para adaptarse y favorecer el placer del otro, del varón patriarcal. (…) Nosotras reivindicamos la parte de nuestro cuerpo que nos procura placer [el clítoris] sin condenarnos a la procreación.[4]

En el marco de estas reflexiones feministas críticas respecto de la sexualidad y el placer es que las lesbianas feministas vienen a decir que la heterosexualidad hay que pensarla, en las sociedades patriarcales en las cuales vivimos, como un régimen sexual, como una institución política acuñando el concepto de Heterosexualidad Obligatoria y dando visibilidad a la existencia de las lesbianas dentro del movimiento feminista. De esta manera, el lesbofeminismo enriqueció y complejizó el pensamiento feminista aportando una herramienta de análisis que profundizó las conceptualizaciones sobre el patriarcado al visibilizar a la Heterosexualidad Obligatoria como la columna vertebral del poder patriarcal y como la fuente central de la violencia contra las mujeres y las lesbianas.
Este aporte es expresado y difundido con mayor fuerza y visibilidad por Adrienne Rich (1929-2012).
Antes de seguir el análisis quiero expresar la infinita tristeza que me dio y que nos dio a tantas la muy mala noticia de que Adrienne Rich se fue del mundo aunque no de nuestra memoria, de nuestras luchas y de nuestra existencia lesbiana. Y en lo particular puedo decir que tampoco se fue de mis ojos porque la lectura de su escrito “Heterosexualidad Obligatoria y existencia lesbiana” marcó en mí un antes y un después.

Volviento al tema en cuestión, decidí hacer este breve recorrido por un lado porque me parece fundamental que no queden invisibilizados los aportes que le dieron las mujeres feministas a la humanidad en su conjunto. Porque no fue con Foucault que se dio el giro político al abordaje de la sexualidad, esto viene desde mucho tiempo atrás y de la mano de las mujeres feministas. Y Por otro lado porque también me parece fundamental que no quede invisibilizado lo que el lesbofeminismo le aportó al movimiento feminista, al movimiento de mujeres y desde ya al activismo lésbico. Reconociendo al mismo tiempo que fue al interior del feminismo y del movimiento de mujeres que se abre, aunque conflictivamente, esta posibilidad de la existencia lésbica. Y remarco el carácter conflictivo, porque las voces de las lesbianas feministas son voces críticas que cuestionan, complejizan y enriquecen al feminismo al mismo tiempo que interpelan a un feminismo hegemónico que terminaba reproduciendo relaciones de poder patriarcal al interior del movimiento jerarquizando desde su particularidad identitaria (mujer heterosexual, blanca, de clase media) qué era prioritario y qué secundario en la agenda feminista.
Ahora bien, la idea es que haga un análisis de la relación entre feminismo y movimiento lesbofeminista desde el 2001 hasta ahora. Un año clave marcado por el estallido del 19 y 20, las asambleas barriales, los movimientos de desocupados, las fábricas recuperadas, las cacerolas de las clases medias. En medio de esa crisis económica y de ese renacer de la resistencia social y política contra lo que fue la devastación neoliberal cantábamos al unísono ¡Que se vayan todos que no quede ni uno sólo! Hasta la llegada del Kirchnerismo y todo este proceso tan complejo y contradictorio que transitamos en la actualidad.
En estos años pasaron muchas cosas desde el punto de vista del activismo feminista y lesbofeminista.
El surgimiento de varias colectivas feministas y de lesbianas feministas, como por ejemplo las Fugitivas del desierto, Malas como las arañas, Las Ultravioleta, Las Furiosas, Lesbianas y feministas por la descriminalización del aborto o expresiones como la revista baruyera, La revista Encontradas, la lesbianbanda, Safo Piensa.
También la campaña Nacional por el derecho al aborto legal y la campaña abolicionista donde hay un trabajo articulado tanto de feministas como de lesbianas feministas.
En el 2004 las compañeras lesbianas feministas de Safo Piensa organizaron Jornada de Reflexión Lésbica en Rosario donde se presentaron trabajos muy interesantes.
Ese mismo año 2004 surge en los Encuentros Nacionales de Mujeres el taller de activismo lésbico que culminó con la lista Espartiles y el Primer Encuentro Nacional de Mujeres Lesbianas y Bisexuales en Rosario en el año 2008. El encuentro de Lesbianas Disidentes en Mendoza en el año 2009. La apertura del taller de bisexualidad en el  Encuentro Nacional de Mujeres de Bariloche el año pasado.
También vivimos ese inolvidable acto de violencia lesbofóbica, el fusilamiento de La Pepa Gaitán en el 2010. Y después las leyes: lay de Matrimonio Igualitario, la ley de trata, la ley de violencia contra las mujeres, la ley de identidad de género. Aunque la del aborto sigue en lista de espera…
Para introducirme en el análisis de la relación entre el feminismo y el lesbofeminismo desde el 2001 hasta nuestros días quiero compartir unas reflexiones de Magui Belloti expresadas en un artículo titulado “Feminismo y Movimiento de Mujeres: prácticas y discursos sobre sexualidad y lesbianismo” en el cual observa que:

Opino que el concepto de heterosexualidad femenina obligatoria resulta mucho más productivo para pensar nuestra sexualidad y nuestra opresión y luchar por nuestra libertad, pero el reconocimiento de su importancia es aún un tema pendiente en el feminismo y también en el movimiento de mujeres. En ambos, el discurso sobre la sexualidad es principalmente heterosexual y reproductivo, identificando sexualidad con coito heterosexual y considerando, en todo caso como sexualidades “diferentes” todas las demás prácticas y vivencias. Modificar nuestras miradas y concepciones sobre sexualidad es una de las revoluciones más profundas que tenemos por delante”.[5]

Creo que este planteo, si bien fue formulado en el año 2003, es decir, hace casi una década, sigue visibilizando una realidad vigente.
El hecho político que me parece clave tomar como referencia para visibilizar esta tensión al interior del feminismo fue el fusilamiento de Natalia Gaitán el día 7 de marzo de 2010 en la ciudad de Córdoba. Tomando como eje de análisis el debate que se abrió en RIMA a raíz de este dolorosísimo hecho de violencia lesbofóbica.  
Una compañera lesbiana feminista mandó a la lista RIMA la declaración “Fusilada por lesbiana” pidiendo adhesiones a la misma. Las compañeras se fueron solidarizando y firmando la adhesión pero aparece una pregunta en un mail que me parece significativa. Una compañera mandó un mail preguntando:
-“Soy heterosexual, puedo firmar?”

A lo cual una compañera le respondío: 
-“por supuesto que podés firmar siendo quien consideres que seas (…) No entendí que se proponga el ghetto en el comunicado 'Fusilada por  lesbiana', se está pidiendo, eso sí, sumarnos nombrándonos como sintamos nuestra identidad, por ejemplo yo a mi nombre agregué: artesana de la comunicación. Soy feminista inconveniente, lesbiana, zurda también, entre otras cosas, pero elegí esa sin preguntar ni pedir permiso...
Quizá caracterizarse 'heterosexual que no discrimina' sea una manera...


La misma compañera que había dejado en claro que era heterosexual, después de una propuesta de la colectiva de lesbianas feministas Malas como las Arañas de stencilear la frase “Si juntas gritamos tortillera se acaban el miedo la muerte y el silencio” manda un mail diciendo:

- “¿Puedo sugerir -si me permiten- que no usen el término "tortillera"? Es denigrante. Usado para ofender.”

Luego de este comentario hubo una lluvia de respuestas de lesbianas, tortilleras y tortas orgullosas explicando, algunas con paciencia otras con menos paciencia la estrategia de apropiación de los insultos para resignificarlos. Esta compañera que manda un mail diciendo:

-“al fin de cuentas… ¿Para qué me metí en esto? Quería ayudar y es como si estuviera enfrentada a uds… Mejor no opinar.”

Otra compañera también mandó un mail diciendo:

-“Me apena que entre nostras se perfilen dos bandos, las lesbianas feministas y las no lesbianas feministas. Eso sí que me parece la victoria del patriarcado, la guerra de pobres contra pobres...”

Otra compañera que también se vió en la ¿necesidad? de dejar en claro que era heterosexual dijo:

“Los conflictos intergeneracionales son violentos. Pienso que no hay que dejarse 
maltratar, sobre todo por las jóvenes.

Nos hemos opuesto a tantos chauvinismos antes de toparnos con el chauvinismo 
lesbiano, que algo tenemos que haber aprendido. De todas maneras, creo que 
la reacción ante el fusilamiento de ......perdón, me olvidé el 
nombre..... por lesbiana, la reacción de las que no lo somos[6] fue muy tibia y eso causó mucho dolor. Espero que podamos seguir juntas en la elaboración de nuestras políticas”


Muchas respuestas recibió también este mail pero les leo sólo una:

-“Lo que vos llamás chauvinismo es una política de afirmación de existencia.
Hace poco se reeditaron los chauvinistas Cuadernos de Existencia Lesbiana,
de la chauvinista Ilse Fusková. Quizás pueda ser útil revisarlos. O
googlearlos. Es muy fácil chauvinizar lo que no se comprende. Después de
todo, a las feministas también nos han llamado las chauvinistas del género,
verdad?
PD: Gaitán, compañera. Se llamaba Natalia Gaitán.”


Esto pone en evidencia que la observación de Magui Belloti respecto de que las críticas y problemáticas que incorpora la corriente lesbofeminista dentro del feminismo todavía siguen concibiéndose por algunas compañeras feministas como una cuestión que nos compete exclusivamente a las lesbianas. Y esto tiene la consecuencia de que el feminismo tenga tantas categorías analíticas y teoría desarrollada para comprender la violencia contra las mujeres pero sin incorporar la perspectiva lesbofeminista que entiende a la heterosexualidad como un régimen sexual, como una institución política central para la perpetuación del poder patriarcal. Al no incorporar esta crítica nos vemos en la situación de que hay muy pocas aportaciones teóricas y estratégicas del feminismo para el abordaje y la lucha contra la lesbofobia, una forma de violencia heterosexista que recae sobre todas.  
Por ejemplo, el concepto de femicidio, ante el fusilamiento de Natalia, evidenciaba límites importantes porque invisibilizaba un aspecto central: que Natalia era lesbiana y que la mataron por lesbiana. Entonces ¿Cómo nombrar el asesinato de Natalia? ¿Cómo pensarlo? ¿Cómo denunciarlo? ¿Crimen de odio? ¿lesbicidio? ¿Feminicidio lesbofóbico?
Yo opté por nombrarlo como un feminicidio lesbofóbico porque si el feminicidio es la punta del iceberg de la violencia contra las mujeres, ante un feminicidio lesbofóbico, el feminismo en su conjunto debería poder señalar y visibilizar de qué manera se ejerce la violencia lesbofóbica no sólo contra las lesbianas, sino sobre todas las mujeres, porque la existencia lesbiana sigue siendo desterrada del universo de posibilidades erótico-afectivas de las mujeres por el disciplinamiento compulsivo de la Heterosexualidad Obligatoria a pesar de que tengamos ley de matrimonio igualitario.
Por otro lado, tampoco tenemos las suficientes herramientas teóricas, políticas y estratégicas para abordar el problema de la violencia entre lesbianas. Este para mí es un problema central pero al buscar hay muy poco hecho y teorizado al respecto. Las que plantearon este problema en la Argentina, hasta lo que pude indagar, fueron Lesbianas a la Vista, Fugitivas del desierto,  y en la actualidad la ONG`s Desalambrando que articula con distintas colectivas de lesbianas y de lesbianas feministas para hacer talleres de prevención de la violencia hacia y entre lesbianas (por ejemplo jornadas y talleres organizados junto a Las Safinas de Rosario, Las Cruzadas de Tucumán, las Ultravioleta de Mendoza)
Estos son problemas que traigo acá para debatir porque me encantaría que el movimiento feminista en su conjunto los haga propios y no sólo las lesbianas que formamos parte del feminismo.

Teniendo en cuenta estas tensiones, quisiera expresar algunas consideraciones sobre el carácter revolucionario y liberador, que a mi modo de ver tiene el feminismo, en tanto crítica y autocrítica constante para transformar nuestra subjetividad, nuestro movimiento y la estructura de la sociedad patriarcal y capitalista.
Entendiendo al feminismo no como una mera teoría o un manifiesto programático sino como una forma de vida, como una crítica radical y de advertencia constante para revisar nuestras prácticas, para que ese corrimiento de los lugares que nos oprimen no sea un desplazamiento hacia un lugar como opresoras. No un cambio de lugar en la estructura de dominación sino la subversión de la estructura de dominación. Porque si dentro del movimiento hay hegemonías es porque se reproducen  prácticas patriarcales, es decir, de jerarquía y de poder entre nosotras en vez de construir relaciones empoderantes que nos permitan decidir sobre nuestras vidas, sobre nuestros cuerpos, sobre nuestros deseos y nuestra sexualidad.
Por eso creo que si la crítica feminista pierde su radicalidad termina quedando pegada al patriarcado y si la autocrítica feminista desde donde nos pensamos, nos construimos y transformamos también pierde radicalidad, se nos va a escapar esa deseada y anhelada experiencia de liberación corporal y sexual pero lo que es más triste, es que se termina ejerciendo poder y violencia sobre otras compañeras.
Por eso me parece importante lo que escribieron Lucía Scrimini y Verónica Gago en un artículo publicado en la revista brujas Nº 30 donde piensan al feminismo como una investigación práctica: pensar con el cuerpo para desplegar una ética que nos hace sostener físicamente las consecuencias de nuestras palabras.[7]
Yuderkys Espinosa escribió en una ponencia que presentó en las jornadas de reflexión lésbica en el año 2004 en Rosario, que una de las posturas más radicales del feminismo es considerarlo como el “arte de la existencia”.[8] Y la verdad es que comparto plenamente esta consideración. Por eso la crítica y autocrítica radicales del feminismo contra la estructura de dominación patriarcal me parecen vitales. Sobre todo en este contexto Kirchnerista donde no podemos dejar de señalar que inclusión no es sinónimo de liberación, que el matrimonio igualitario amplía derechos insitucionalizando deseos, que profundizando el modelo se consolida el sistema, y que más lesbianas en el poder o más mujeres en el poder no se traduce necesariamente como más empoderamiento para las lesbianas y para las mujeres.

En suma, hablar de la relación de estos últimos años entre feminismo y lesbofeminismo es hablar de encuentros, desencuentros, peleas, enojos, amores, articulaciones, creatividad, luchas compartidas, luchas no tan compartidas, tensiones, desafíos, transformaciones…
Pero hay algo de lo que no tengo dudas, porque es una verdad que extraigo de mi propio cuerpo, de mi propia experiencia de vida, y es que si yo pude abrir las puertas del armario y lo sigo haciendo día a día, es porque antes hubo muchas feministas y  lesbianas feministas que vinieron abriendo caminos para que las mujeres liberemos nuestros deseos y entre esas mujeres aparecimos también las tortilleras chauvinistas felices de formar parte de este movimiento que nos erotiza de libertades.
Para terminar quisiera compartir un fragmento de un texto de Adrienne Rich titulado “Mujeres y honor. Algunas notas sobre el mentir.” que me parece lésbicamente oportuno:

La confianza y el respeto no es algo que surge espontáneamente: tiene que ser creado entre dos personas.
Esto también es cierto para situaciones políticas. La calidad y la profundidad de la política que evoluciona a partir de un grupo depende, en gran parte, de lo que éste entienda por respeto. (…)
La política que vale la pena tener, las relaciones que valen la pena tener, exigen que escarbemos aún más profundo.
Las posibilidades que pueden darse entre dos personas, o entre un grupo de personas, son una especie de alquimia. Son lo más interesante que existe en la vida. La mentirosa es alguien que continúa perdiendo de vista estas posibilidades.
Cuando las relaciones están determinadas por la manipulación o por la necesidad de control, pueden contener cierto tipo de drama pendencioso y melancólico, pero cesan de ser interesantes. Se vuelven repetitivas y el encuentro de las posibilidades humanas deja de resonar a través de ellas.
Cuando alguien me dice un pedazo de verdad que se me había ocultado antes y que yo precisaba para ver mi vida más claramente, puede que me traiga un dolor agudo, pero puede también inundarme con una brisa marina fría que me lave y alivie. A veces tales verdades nos llegan accidentalmente, o a través de personas extrañas.
No es que para tener una relación respetuosa contigo deba entender todo o decirte todo a la vez, o que pueda saber de antemano todo lo que yo necesito decirte.
Significa que la mayor parte del tiempo estoy impaciente, añorando la posibilidad de decírtelo. Que estas posibilidades pueden asustarme pero no destruirme. Que me siento lo suficientemente fuerte para escuchar tus palabras de tanteo y vehemencia. Que las dos sabemos que estamos intentando, todo el tiempo, extender las posibilidades de confianza entre nosotras.
Las posibilidades de una vida entre nosotras.[9]


Luciana Guerra
Colectiva Feminista Las Furiosas - La Plata


[1] Emma Goldman. La palabra como arma, Madrid, Malatesta, 2008. P.111
[2] Alejandra Kollontai, La mujer nueva y la moral sexual. Santiago de chile, Cultura, p.99
[3] Texto extraído del documental Julieta Lanteri, Nuestra causa, Guión Elsa Ramos
[4] Rivolta Femminile. “Sexualidad Femenina y aborto” en Escupamos sobre Hegel y otros escritos sobre liberación femenina. La Pléyade, Argentina, 1978. P.65
[5] Belloti, Magui, “Feminismo y Movimiento de Mujeres: prácticas y discursos sobre sexualidad y lesbianismo” Revista Brujas Nº 30, 2004, p. 42
[6] Resaltado mío
[7] Lucía Scrimini y Verónica Gago, “Poder, movimiento feminista, relación con otros movimientos sociales, en Revista Brujas Nº 30, Buenos Aires, 2004. P.10
[8] Yuderkys Espinosa. La relación feminismo-lesbianismo en América Latina: una vinculación necesaria. 2004, Rosario.
[9] Adrienne Rich, “Mujeres y honor: algunas notas sobre el mentir” en Sobre Mentiras, secretos y silencios. Madrid, Horas y Horas, 2010. P. 283-284

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