Ponencia presentada en el IIº
Congreso Feminista Internacional 2010, 19 al 22 de mayo, Buenos Aires – Argentina
Intersección género/clase en el pensamiento de Alejandra Kollontai
Introducción
En este trabajo, me propongo hacer una primera aproximación
sobre algunos elementos teóricos que Alejandra Kollontai, (1872-1952) introduce
en torno a la conflictiva intersección de género y clase.
A pesar de que su pensamiento constituye un valioso aporte
al debate marxista sobre la denominada “cuestión femenina”, es importante destacar, que sus reflexiones
quedaron invisibilizadas si las comparamos con las de otros marxistas varones
que escribieron sobre la misma problemática. Tanto Auguste Bebel (1840-1913),
cuya obra se titula La mujer y el socialismo (1879), como Federico Engels (1820-1895) y su muy difundida
obra El origen de la familia, la propiedad privada y el estado” (1884) fueron, y podría decirse que
siguen siendo, los principales referentes teóricos marxistas de la “cuestión
femenina”.
En esta oportunidad, enfocaré mi atención en la noción de
“mujer nueva” desarrollada por Kollontai, la cual nos conduce directamente al
concepto de “amor libre”. Las mismas son constantemente contrastadas, por
Kollontai, con las nociones de “mujer antigua” y “amor”, por tanto considero
necesario incorporarlas al trabajo para lograr una comprensión más acabada de
sus propuestas teóricas y políticas.
Luego de este recorrido, quisiera analizar brevemente, en
qué medida, el universal mujeres se quiebra a causa de la intersección de clase
social y las distancias que toma, a partir de este cruce, con el feminismo
burgués o igualitarista.
Antes que nada,
quisiera señalar que sus producciones teóricas estaban profundamente ligadas a
su activismo político. Kollontai formó parte del Comité Central del Partido
Bolchevique desde marzo 1917 y votó a favor de la toma del poder. Luego de la
Revolución de Octubre ocupó el cargo de Comisaria del Pueblo del Bienestar
Social, pero renuncia a los 6 meses de haber asumido el puesto por diferencias
políticas. Es en ese momento, que publica sus ideas sobre la mujer nueva y la
revolución sexual que analizaremos a continuación.
La mujer nueva
¡Liberarse del poderío de un
pensamiento ajeno (...)
ser de nuevo “una misma”, reencontrarse!
Alejandra
Kollontai
Kollontai sostiene que si bien la
revolución socialista es condición necesaria para la emancipación de las
mujeres, no es, sin embargo, condición suficiente ya que era conciente de que
no solo por factores de clase es dominada la mujer, sino también, por razones
de sexo.
Esta mirada la lleva a analizar y reflexionar con
profundidad la situación de las mujeres a lo largo de la historia y en el
capitalismo de su época tanto en lo económico como en lo cultural, social y
psicológico.
Por tanto, para Kollontai, la emancipación de las mujeres
será posible siempre y cuando la revolución sea extensiva a la vida cotidiana. Como bien señala la
filósofa española Ana de Miguel Álvarez,
Kollontai no se limita a incluir a la mujer en la
revolución, define el tipo de revolución que la mujer necesita. No basta con la
abolición de la propiedad privada y con que la mujer se incorpore a la
producción; es necesaria una revolución de la vida cotidiana y de las
costumbres, forjar una nueva concepción del mundo y, muy especialmente, una
nueva relación entre los sexos.[1]
Este cambio que apunta a una
transformación psicológica radical de la humanidad debería trae aparejado el
surgimiento no sólo de un hombre nuevo como Marx planteaba, sino también, de
una mujer nueva.
Por empezar, hay que tener en cuenta que para describir a
la mujer nueva, Kollonati la compara constantemente con lo que denomina la
mujer del pasado o antigua.
Esta última, se caracteriza por no estimar la independencia
personal y por estar subordinada a sus sentimientos. Estos aspectos o rasgos
psicológicos de la mujer antigua son, para Kollontai, la causa central de su
esclavitud sexual.
Al poner el amor hacia un varón en el centro de su vida, la
mujer antigua renuncia a la realización plena de su ser para sí. El sentido de
su existencia va a estar sujeto a los deseos y necesidades del esposo. El amor,
en las conceptualizaciones de Kollontai, funciona como una fuerza psíquica y
social devoradora de la individualidad de la mujer del pasado que queda
reducida a ser un mero accesorio y complemento del marido / amo. El hogar, el
espacio privado, demarca los límites y la amplitud de su mundo; las tareas
domésticas, el cuidado de los hijos y del esposo agotan sus acciones virtuosas.
En sus escritos, Kollontai señala, que cuando el esposo
muere o abandona a la mujer antigua, ésta se desmorona debido a su incapacidad
para hacerle frente a la vida por la dependencia material y moral que mantenía
con su marido
Esta vacuidad existencial que experimenta la mujer antigua
ante la desventura amorosa podemos asociarla con esa idea de mujer rota que
Simone de Beauvoir desarrolla en los tres escritos literarios publicados en la
obra titulada La Mujer Rota. En sus propias palabras: La mujer rota es la
víctima estupefacta de la vida que ella misma eligió: una dependencia conyugal
que la deja despojada de todo y de su ser mismo cuando el amor le es rehusado.[2]
El estatus de complemento o accesorio que cobra la mujer,
hace que el sentido de su vida esté determinado por el varón el cual se
constituye a sí mismo como Sujeto, como lo Uno, al mismo tiempo que se apropia
de la individualidad de la mujer empujándola a los márgenes de la Otredad.
Podría decirse, que esta mujer antigua, representa una
copia fiel del eterno femenino. Todas las características que hoy asociamos a
lo que desde la teoría de género se considera el estereotipo de la mujer en
tanto constructo del patriarcado son patrimonio de la mujer del pasado
descripta por Kollontai.
Por el contrario, la mujer nueva representa una ruptura con
esta mujer concebida en función de los varones. El rechazo a sacrificar la
propia vida y la propia individualidad en pos del esposo o amante da nacimiento
a una mujer de nuevo cuño psicológico.
Un aspecto que es interesante destacar, es que Kollontai
observaba que estas mujeres nuevas eran invisibilizadas por los escritores y
poetas de la época, que en sus obras y escritos reproducían obstinadamente la
imagen propia de la mujer antigua. En sus palabras:
Aumentaba su número [de las mujeres nuevas],
multiplicábase cada año. Pero los poetas y escritores seguían pasando sin verlas,
con una venda en los ojos. Presa de las imágenes tradicionales de la mujer, la
mirada de escritor era incapaz de tocar, de apropiarse la nueva realidad y
llenarse de ella. La literatura, a la par que se perfeccionaba, que se
desarrollaba, que buscaba nuevas sendas, nuevos colores y palabras nuevas,
continuaba pintando obstinadamente débiles criaturas erradas, abandonadas,
dolorosas, esposas ávidas de venganza, seductoras alimañas, “naturalezas
incomprendidas” y abúlicas, puras, incoloras, atractivas muchachitas...[3]
Kollontai no sólo se limitó a denunciar la invisibilización
de las heroínas contemporáneas, como solía llamarlas, sino que también era
conciente de que si extraordinariamente eran nombradas en textos literarios o
en la historia, sólo era para estigmatizarlas. Para la mujer nueva, no hay
sitio ni en la literatura ni en la vida. Cuando, en la historia aparecían
mujeres cuyos rasgos recuerdan a la heroína contemporánea, ello se consideraba
como accidentales desviaciones de la norma, es decir, como anormalidades
psicológicas.[4]
Es por esto, que Kollontai emprende
la tarea de revalorizar a las mujeres que, por abrazar la rebeldía, eran
tachadas de anormales. La subversión que implicaba, y sigue implicando, que una
mujer quiera tener una vida para sí misma y no para otros, motiva los
mecanismos de invisibilización y estigmatización que denunciaba Kollontai y que
aún hoy siguen operando como mecanismos de disciplinamiento patriarcal.
Ahora bien, ¿Cuáles son, entonces, las características que
Kollontai señala como rasgos típicos de la mujer nueva, también denominada
mujer soltera o célibe? Para introducirnos
en este análisis, resulta oportuna la siguiente cita, formulada por la
dirigente rusa:
Tal es la
mujer nueva. La disciplina, en vez de la afectividad exagerada; la apreciación
de la libertad y de la independencia, en vez de la sumisión y de la
impersonalidad; la afirmación de su individualidad, en vez de los esfuerzos
ingenuos por llenarse de la forma de ser del hombre amado y reflejarlo; la
afirmación de sus derechos a las dichas “terrestres”, en vez de la máscara
hipócrita de la “pureza”. En suma, la relegación de los episodios amorosos a un
lugar subordinado en la vida. Ya no tenemos delante a la hembra que se hace
sombra del hombre, sino a la mujer nueva, individualidad en sí misma. [5]
La autoafirmación de sí misma que hace de la mujer un
sujeto y no un mero objeto sexual es lo que Kollontai reivindica. En este nivel
del análisis, Kollontai deja de lado la contradicción capital trabajo, para
abordar las tensiones y opresiones que se dan en el vinculo varón / mujer. La individualidad
de la mujer es un objetivo pendiente para la mujer nueva, que sin haber
alcanzado la liberación, lucha por ella cotidianamente en todos los ámbitos de
la vida: en el trabajo, la familia, en el ejercicio de la sexualidad, el
pensamiento y en la política.
La mujer nueva se busca a sí misma en su propia
individualidad, sin definir su ser en relación y/o en función de los varones.
Es por esto, que Alejandra Kollontai también suele llamarla mujer soltera. Y
esto implica no sólo que pueda enfrentar
la vida y valerse por sus propios medios de manera independiente, sino que
también lo desea.
Es por esto que, no sólo la dependencia económica de la
mujer respecto del varón, sino también la afectiva, deben ser superadas.
Para la independencia económica, es fundamental la
incorporación de las mujeres en el trabajo productivo. La ciencia, el arte, la
política, en definitiva cualquier trabajo creador van a ocupar, según observa
Kollontai, un lugar central en la vida de la mujer-individuo que transgrede las
fronteras de la esfera privada, transgresiones impensables, por cierto, para la
mujer antigua. Pero como señalamos anteriormente, estos cambios económicos
deben necesariamente ir de la mano con un cambio psicológico profundo a partir
del cual las relaciones entre varones y mujeres dejen de ser esclavizantes.
Para ello, la mujer nueva desplaza el amor a un segundo
plano y lleva la revolución a las casas, y a las camas para transformar la vida
cotidiana. En este sentido, es que las heroínas que luchan por sus derechos, se
rebelan contra los códigos tradicionales de la moral sexual que enaltece la
pureza como conducta femenina virtuosa. Como vimos en la cita anterior, el
derecho a las dichas terrestres, es decir, al placer sexual de los cuerpos, es
identificado como uno de los rasgos más
vivos de la mujer nueva.
Esta revolución de la vida cotidiana y de la sexualidad nos
lleva directamente a la noción de amor libre.
Este último, en el pensamiento de Alejandra Kollontai, se
vincula directamente con el respeto y reconocimiento mutuo de la individualidad
y la libertad del otro o la otra. La consigna marxista de abolición de la
propiedad privada, es llevada por Kollontai al plano personal. El principio el
amor burgués se fundamenta en el derecho a poseer, en la propiedad privada del
ser amado y eso debe necesariamente terminar en el Socialismo. Es un error
pensar, según la dirigente rusa, que el amor es un asunto particular. Por el
contrario, como señalamos anteriormente, es un factor psicosocial que puede
tanto estar al servicio de un orden esclavizante o bien, al servicio de los
intereses y de la libertad de la colectividad en su conjunto.
Por último, tenemos que más que un cambio en la
reglamentación legal o formal de los vínculos amorosos, Kollontai sostiene, como
buena materialista, que el amor libre sólo puede realizarse siempre y cuando
cambie el sistema económico, social e ideológico en el cual se construyen las
relaciones sexuales de los individuos. Es decir, las posibilidades de practicar
el amor libre en tanto salida individual, va a encontrar importantes
limitaciones materiales, por ende ideológicas y psicológicas, si no viene de la
mano con un cambio estructural, radical. Es en este momento en que La marxista
rusa toma enormes distancias con el feminismo burgués.
El entrecruzamiento clase / género y la ruptura del universal mujeres.
Si bien la dirigente rusa plantea en
ciertos pasajes que la mujer nueva puede surgir en todas las clases, la
posibilidad de un universal mujeres se quiebra ante la intersección de clase.
Kollontai afirma que:
La mujer
nueva soltera es hija del sistema económico capitalista. La mujer soltera –no
como accidente sino como hecho cotidiano, masificado, que se repite de una
manera determinada- nace con el aullido infernal de las máquinas industriales y
con la sirena que llama a los talleres. (...) Con la modificación de las
condiciones económicas, se produce también un cambio
en el
aspecto psicológico de la mujer. La mujer nueva, en cuanto a tipo, sólo podía
hacer su aparición con el crecimiento cuantitativo de la mano de obra
asalariada femenina.[6]
Para Kollontai que existan mujeres nuevas en la burguesía
es algo accidental, son casos aislados e
individuales que nunca podrían constituirse en un grupo revolucionario. Por
tanto, van a ser las obreras las encargadas de realizar los cambios que
habiliten la emancipación de las mujeres. Esto se relaciona con que la
afirmación que de sí misma hace la mujer nueva, no es sólo en cuanto
individualidad, sino en tanto representante de su sexo, en tanto sujeto
colectivo.
Es importante destacar que las luchas de Kollontai respecto
a la emancipación de las mujeres era doble. Por un lado, combatía la
indiferencia de los obreros y de los dirigentes de su partido respecto a las
problemáticas específicas de las mujeres. Y por otro, se enfrentaba
fervientemente con el feminismo burgués. Es por ello que a pesar de aceptar que
la opresión sexual en algunos puntos recae sobre todas las mujeres, la
pertenencia de clase va a predominar supeditando la cuestión femenina a la
lucha de clases.
Conclusiones
Muchas son las limitaciones teóricas que podemos encontrar en el
pensamiento de Alejandra Kollontai a la luz de la complejización y profundización de las reflexiones de estos
últimos años tanto de la Teoría de Género como de la Teoría Feminista y Queer.
El binarismo sexual y la heterosexualidad obligatoria de los que parte para
analizar la psicología humana quizá sea, a mi modo de ver, uno de los aspectos
que más ruido hacen al leer los escritos de Kollontai. O incluso de cierto
esencialismo que la lleva por momentos a hablar de un instinto maternal.
A su vez, el cuestionamiento a la división sexual
del trabajo tan desarrollado por el feminismo marxista de la segunda ola, en
Kollontai es planteado como un problema de doble jornada laboral de las
mujeres. La solución política apunta a alivianar a la mujer de las tareas
domésticas desplazándolas al ámbito público. Pero, claramente, siguen siendo
tareas femeninas ya que en ningún momento propone que no sean sólo las mujeres,
las que se hagan cargo de semejante labor. La socialización de dichas tareas a
través de cantinas o comedores públicos, hogares comunitarios y asalariadas de la limpieza siguen estando en
manos de mujeres.
Más allá de estas cuestiones que dan
para un desarrollo y análisis más profundo que exceden las pretensiones de este
trabajo, con esta breve aproximación al pensamiento de Kollontai me proponía
señalar cómo, una de las dirigentes y pensadoras marxistas más agudas, a mi
modo de ver, de la denominada “cuestión femenina” es muy poco tenida en cuenta
como referente teórica de la tradición marxista en la que se inscribe. Quizá la
heterodoxia de sus planteos tenga que ver, como así también el androcentrismo
de la Historia oficial que se esmera en expulsar a la mujeres de la Historia, y
mucho más si se trata de mujeres rebeldes como es el caso de Alejandra
Kollontai.
Bibliografía
-AMORÓS, Celia; Hacia una crítica
de la razón patriarcal, Barcelona, Anthropos, 1986.
--------------, (coord.) Historia
de la teoría feminista, Madrid, Instituto de Investigaciones
Feministas-Universidad Complutense de Madrid, 1994.
-
BEAUVOIR, Simone de; El Segundo Sexo, Buenos Aires, Sudamericana, 2005
-
BEBEL, Auguste; La mujer y el socialismo, Madrid, Ediciones Júcar, 1980.
-
ENGELS, Federico; El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado,
Madrid, Ayuso, 1976.
- KOLLONYAI, Alejandra; La mujer
nueva y la moral sexual y otros escritos. Madrid, Ayuso, 1976.
-------------, Sobre la liberación
de la mujer (Seminario de Leningrado 1921), Barcelona, Fontamara, 1979.
- MIGUEL ÁLVAREZ, Ana de; Alejandra
Kollontai: la mujer nueva, Arenal, 7.1, 2000.
----------------------. Marxismo y
feminismo en Alejandra Kollontay, Madrid, Instituto de Investigaciones Feministas-Universidad
Complutense de Madrid, 1993.
---------------------. Alejandra
Kollontai (1872-1952),Madrid, Ediciones del Orto, 2001,
[1] Miguel Álvarez, A. Marxismo y feminismo en Alejandra Kollontay, Madrid, Instituto de Investigaciones
Feministas-Universidad Complutense de Madrid, 1993. p. 20
[2] Simone de Beauvoir; La mujer rota, Buenos Aires, De Bolsillo,
2007.
[3] Alejandra Kollontai, La mujer nueva (1918) en Miguel, Ana de.
(2000), “Alejandra Kollontai: la mujer nueva”, Arenal, vol. 7, n.º 1, p.
236
[4] Alejandra Kollontai, La mujer nueva (1918) op. Cit., p. 237
[5] Alejandra Kollontai, La mujer nueva (1918) op. Cit., p.
249
[6]Alejandra Kollontai. Marxismo y Revolución sexual. (1976)
Madrid, Castellote, p. 95-96. Cita de
Alejandra Kollontai extraida de la selección de textos de Miguel, Ana de. Alejandra
Kollontai, Madrid, Ediciones del Orto, 2001. p.71-72
No hay comentarios:
Publicar un comentario